La pobreza es una situación o forma
de vida que surge como producto de la imposibilidad de
acceso o carencia de los recursos para satisfacer las necesidades físicas y
psíquicas básicas humanas que inciden en un desgaste del nivel y calidad
de vida de las personas, tales como la alimentación,
la vivienda,
la educación, la asistencia sanitaria o
el acceso al agua potable. También se suelen
considerar la falta de medios para poder acceder a tales recursos, como
el desempleo, la falta de ingresos o un
nivel bajo de los mismos. También puede ser el resultado de procesos de exclusión social, segregación social o marginación.
En muchos países del tercer
mundo, la situación de pobreza se presenta cuando no es
posible cubrir las necesidades incluidas en la canasta básica de
alimentos. La situación persistente de pobreza se denomina
pauperismo. 1
La aplicación del concepto de pobreza a unos países
frente a otros se denomina subdesarrollo (países
pobres).
El concepto de pobreza es fundamentalmente económico,
aunque también tiene impactos políticos y sociológicos. En
la mayoría de los contextos se la considera algo negativo, pero en algunos
ámbitos espirituales la pobreza voluntaria se considera una virtud por implicar
la renuncia a los bienes materiales (voto
monástico de pobreza, junto con los de castidad y
obediencia). Históricamente la pobreza ha sido objeto de distintas valoraciones
ideológicas que implicaban distintas respuestas sociales
Puede ser descrita o medida por convenciones
internacionales, aunque pueden variar los parámetros para considerarla.
Un intento de definición responde al hecho de que la
pobreza debe ser vista como el resultado de un modelo económico y social,
ejercido y aplicado en un territorio y tiempo determinado, por los diversos
agentes económicos y políticos, que producen en la sociedad sectores excluidos
de los beneficios totales o parciales del modelo en ejecución. A estos sectores
excluidos de tales beneficios los llamamos generalmente pobres o más
genéricamente como parte de la pobreza existente.
La pobreza no es pues una causa que deba ser tratada como
tal para combatirla, es el resultado de procesos complejos y extendidos en el
tiempo, que son difíciles de apreciar a simple vista y que requieren
investigación sostenida para lograr su comprensión antes de plantear cualquier
intento de terminar con la pobreza.
La pobreza como problema social:
Todos hemos sufrido escasez de dinero en algún momento.
Es una experiencia individual. No es lo mismo que el problema social de la
pobreza. Puesto que el dinero es la medida de la riqueza, su falta puede ser la
medida de la falta de riqueza, pero no es un problema social. Ver «Principios».
La pobreza, como problema social, es una herida profunda que contagia cada
dimensión de la cultura y de la sociedad.
Incluye un bajo nivel sostenido de los ingresos de los miembros de una
comunidad. Incluye la privación de acceso a servicios como educación, mercados,
sanidad o posibilidad de tomar decisiones, y también la falta de prestaciones
comunitarias como agua, alcantarillado, carreteras, transporte y
comunicaciones.
Además, es la «pobreza de espíritu» lo que induce a los
miembros de esa comunidad a compartir y creer en su propia impotencia,
desesperanza, apatía y timidez. La pobreza, y especialmente los factores que
contribuyen a su existencia, es un problema social, y su solución también es
social. En estas páginas web de adiestramiento, aprendemos que no podemos
luchar contra la pobreza aliviando sus síntomas, sino únicamente atacando los
factores que la producen. Este folleto describe los «cinco grandes» factores
que contribuyen al problema social de la pobreza.
Una simple transferencia de fondos, incluso si es para
las víctimas de la pobreza, ni la erradicará ni la reducirá. Solamente aliviará
los síntomas de pobreza a corto plazo. No es una solución duradera. La pobreza,
puesto que es un problema social, pide una solución social. Esta solución es la
supresión clara, consciente y deliberada de los cinco factores más importantes
de la pobreza.
Un «factor» y una «causa» no son exactamente lo mismo.
Una «causa» puede ser algo que contribuye al origen de un problema, como la
pobreza, mientras que un «factor» puede ser algo que contribuye a su
perpetuación cuando ya existe.
La pobreza a escala mundial tiene muchas causas
históricas: el colonialismo, la esclavitud, la guerra y las invasiones. Existe
una gran diferencia entre estas causas y lo que llamamos los factores que
mantienen las condiciones de pobreza. La diferencia reside en lo que podemos hacer
hoy con respecto a ellos. No podemos volver atrás en la historia y cambiar el
pasado. La pobreza existe. La pobreza tuvo sus causas. Sobre lo que
potencialmente podemos actuar es sobre los factores que la perpetúan.
Es de sobras conocido que muchas naciones de Europa,
enfrentadas a guerras devastadoras, como la primera o la segunda guerra
mundial, se vieron reducidas a la pobreza, y su gente se vio obligada a vivir
dependiendo de limosnas y caridad, escasamente sobreviviendo. En unas décadas,
estos países han florecido en cuanto a renta doméstica real, y se han
convertido en países desarrollados e influyentes, de prósperos habitantes.
También sabemos que muchas otras naciones han continuado entre las menos
desarrolladas del planeta, aunque se hayan gastado en ellas billones de dólares
de supuesta «ayuda». ¿Por qué? Porque no se atacaron los factores de pobreza,
sino sólo los síntomas. En un contexto macroeconómico nacional, un PIB
(producto interior bruto) bajo no es pobreza en sí, es un síntoma de pobreza,
como problema social.
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Ignorancia significa falta de información o de
conocimientos. Es diferente a estupidez, que es falta de inteligencia, y a
necedad, que es falta de sensatez. Las tres palabras se confunden con
frecuencia y algunas personas suponen que su significado es el mismo. «El
conocimiento es poder» dicen los ancianos. Por desgracia, algunos, conscientes
de ello, intentan guardarse el conocimiento para ellos solos (como estrategia
para obtener una ventaja injusta) e impedir que otros lo adquieran. No espere
que si usted adiestra a alguien en algo en particular, o le da una información,
este adiestramiento o información se transmita de forma natural al resto de la
comunidad.
Es importante determinar qué información es la que falta.
Muchos planificadores y personas con buenas intenciones de ayudar a una
comunidad a fortalecerse creen que la solución es la educación. Pero la
educación tiene muchos matices. Algunas informaciones no son importantes en una
situación concreta. Saber que Romeo y Julieta mueren en un drama de Shakespeare
no ayudará a un agricultor, pero sí saber qué tipo de semilla puede sobrevivir
en el suelo que tiene que cultivar, y cual es imposible que prospere.
El adiestramiento de esta serie de documentos para el
fortalecimiento de las comunidades incluye (entre otras cosas) la transferencia
de información. Al contrario que en la educación general, que tiene sus propios
métodos para seleccionar lo que abarca, la información que aquí se incluye está
enfocada a reforzar la capacidad, no a la cultura general.
Cuando una comunidad tiene una alta tasa de enfermedad,
el absentismo es considerable, la productividad baja y se genera menos riqueza.
Aparte de la miseria, aflicción y muerte que derivan de la enfermedad, es
también un factor importante de pobreza en una comunidad. Estar bien
(bienestar) no sólo ayuda a los individuos que están sanos, sino que contribuye
a la erradicación de la pobreza en la comunidad.
En este caso, como en cualquier otro, prevenir es mejor
que curar. Este es uno de los principios de la ASP (atención sanitaria
primaria). La economía es mucho más próspera si la población está siempre sana;
mucho más que si la gente enferma y debe ser tratada. La salud contribuye a la
erradicación de la pobreza, sobre todo en cuanto al acceso a agua limpia,
segura y potable, separación de las aguas potables y fecales, conocimientos de
higiene y prevención de enfermedades – mucho más que los médicos, hospitales y
medicinas, que son soluciones curativas costosas, más que medidas para evitar
la enfermedad.
Recuerde, nos preocupan los factores, no las causas. No
importa si la tuberculosis fue introducida por extranjeros que vinieron a
comerciar, o si era autóctona. No importa si el VIH que provoca el SIDA fue un
complot de la CIA para desarrollar un arma para la guerra biológica, o vino en
la sopa de monos verdes. Estas son posibles causas. Conocerlas no conseguirá
suprimir la enfermedad. Conocer los factores puede llevar a una mejor higiene y
a un comportamiento preventivo, para su erradicación definitiva.
Mucha gente ve el acceso a los cuidados sanitarios como
una cuestión de derechos humanos, reducción del dolor y la miseria y aumento de
la calidad de vida de la gente. Lo que se argumenta aquí, más allá de estas
razones, es que una población saludable contribuye a la erradicación de la
pobreza, y que la pobreza no sólo se mide por altos índices de enfermedad y
mortalidad, sino que la enfermedad también contribuye a otras formas y aspectos
de la pobreza.
La apatía aparece cuando la gente pierde interés, o
cuando se siente tan impotente que no intenta cambiar las cosas, encauzar lo
que va mal, corregir los errores o mejorar las condiciones. A veces, la gente
se siente tan incapaz de conseguir algo que envidian a sus familiares o vecinos
de comunidad que lo intentan. Entonces procuran forzar a los que lo intentan a
su propio nivel de pobreza. La apatía conduce a la apatía.
A veces la apatía se justifica con preceptos religiosos,
«acepta lo que hay, porque Dios ha decidido tu destino». Este fatalismo puede
ser utilizado como excusa. Está bien creer en que Dios decide nuestro sino,
puesto que si aceptamos que Dios lo determine, tendríamos que estar motivados
para mejorar. «A Dios rogando, y con el mazo dando» es un proverbio que
demuestra que estamos en las manos de Dios, pero también tenemos la
responsabilidad de ayudarnos a nosotros mismo.
Hemos sido creados con muchas capacidades: la de elegir,
cooperar, organizar y mejorar nuestra calidad de vida; no podemos utilizar a
Dios o a Alá como excusa para no hacer nada. Esto es tan malo como maldecir a
Dios. Debemos alabar a Dios y utilizar los talentos que él nos ha dado.
En la lucha contra la pobreza, el activista utiliza el
estímulo y los elogios, para que la gente (1) quiera y (2) aprenda cómo tomar las
riendas de su propia vida.
Corrupción:
Cuando los recursos destinados a servicios y prestaciones
comunitarias se desvían al bolsillo privado de alguien que está en una
situación de poder, se pone en juego algo más que la moral. En estas series de
adiestramiento, no hacemos juicios de valor sobre lo que está bien o mal. Lo
que pretendemos es insistir en que éste es uno de los factores más importantes
de la pobreza. La cantidad robada al público, recibida y disfrutada por un
particular, es mucho menor que la disminución de la riqueza pública que este
hecho genera.
La suma de dinero malversada o expoliada no corresponde a
la disminución de riqueza de la comunidad. Los economistas nos hablan del
«efecto multiplicador». Cuando se invierte nueva riqueza, el efecto positivo
sobre la economía es mayor que la cantidad creada. Cuando se pone fuera de la
circulación dinero para inversiones, la parte de riqueza de la que se priva a
la comunidad es mayor que la cantidad de dinero que gana el malversador. Cuando
un funcionario acepta un soborno de 100 dólares, la inversión social disminuye
hasta 400 dólares de la riqueza de la sociedad.
Es irónico lo indignados que nos sentimos cuando un
ratero roba algo de 10 dólares en un mercado, cuando un funcionario puede robar
miles del erario público, lo que cuadruplica el daño que se hace al conjunto de
la sociedad, y no le castigamos. Respetamos al segundo ladrón por su aparente
riqueza, y elogiamos su forma de ayudar a su familia y vecinos. Por contra,
hace falta la policía para proteger al primer ladrón de ser golpeado por la
gente en la calle.
El funcionario corrupto es un factor importante de
pobreza, mientras que el ratero puede muy bien ser una víctima de esa misma
pobreza que causa el funcionario. Nuestra actitud (que se describe en el
párrafo de la izquierda ) es más que paradójica, es un factor que perpetúa la
pobreza. Si recompensamos al que causa el daño mayor, y sólo castigamos a los
que en realidad son víctimas, nuestra forma de actuar desacertada contribuye a
la pobreza. Cuando el dinero producto de la malversación se saca del país y se
coloca en un banco extranjero (en Suiza, por ejemplo) no contribuye en absoluto
a la economía nacional, sólo ayuda al país en el que está ese banco.
La dependencia es el resultado de ser el extremo receptor
de la caridad. A corto plazo, como tras un desastre, la caridad puede ser
esencial para la supervivencia. A largo plazo, esta caridad puede contribuir a
la posible desaparición del receptor, y ciertamente a la continuación de su
miseria.
Existe la actitud, la creencia de que una persona o un
grupo es tan pobre, tan desvalido, que no puede ayudarse a sí mismo, y que
necesita depender de la asistencia exterior. Esta actitud o creencia compartida
es el factor de auto justificación que más contribuye a perpetuar la condición
de que un grupo o individuo depende de la ayuda exterior.
La metodología de potenciación comunitaria es una
alternativa a la caridad (que debilita), pues proporciona asistencia, capital y
adiestramiento enfocados a que las comunidades de bajos ingresos identifiquen
sus propios recursos, y tomen control de su propio desarrollo: se hagan más
poderosas. Con demasiada frecuencia, cuando un proyecto intenta promover la
autosuficiencia, los receptores, hasta que toman conciencia, esperan, suponen y
desean que este proyecto simplemente les provea de los medios para instalar una
prestación o servicio en la comunidad.
De entre los cinco factores más importantes de pobreza,
el síndrome de dependencia es el que más preocupa al activista comunitario.
Estos
cinco factores no son independientes entre sí. La enfermedad
contribuye a la ignorancia y la apatía. La corrupción contribuye a la
enfermedad y la dependencia, y así se puede seguir. Cada uno de ellos contribuye
a todos los demás.
En todo proceso de cambio social, se nos anima a «pensar
globalmente, actuar localmente». Los cinco grandes factores de pobreza parecen
estar largamente extendidos y considerablemente introducidos en los valores y
las prácticas culturales. Podemos pensar erróneamente que nosotros, siendo tan
pequeños con respecto al mundo, no podemos hacer nada contra ellos.
No se desespere. Si cada uno de nosotros nos
comprometemos a luchar contra los factores de la pobreza desde el lugar que
ocupamos en el mundo, la suma de todos los que lo hagamos, y el efecto
multiplicador de nuestras acciones sobre los demás, contribuirá a la
desaparición de estos factores, y a la victoria definitiva sobre la pobreza.
El material de adiestramiento de este sitio está enfocado
a la reducción de la pobreza en dos frentes, (1) la reducción de la pobreza
comunal por medio de la movilización de los grupos comunitarios para unirse,
organizarse y emprender acciones comunes y (2) la reducción de la pobreza
individual a través del desarrollo de microempresas.
Usted, como activista, está en una posición privilegiada
para tener un efecto sobre los cinco grandes factores de pobreza. Enfocando su
movilización y adiestramiento hacia la reducción de la pobreza, puede asegurar
su propia integridad, poner obstáculos a los que pretenden corromper el sistema
y estimular a sus participantes a atacar los factores de pobreza en el curso de
las acciones que elijan emprender, guiados por usted, cuando estén preparados.
Los cinco grandes factores de pobreza (como
problema social) son: ignorancia, enfermedad, apatía, corrupción y dependencia.
Estos, a su vez, contribuyen a factores secundarios como la falta de mercados,
infraestructura pobre, carencia de liderazgo, mal gobierno, desempleo, escasez
de conocimientos y falta de capital, entre otros.
Para el problema social de la pobreza existe la solución
social de suprimir los factores de pobreza.